En la película Chicuarotes, el director Gael García Bernal nos retrata la violencia, la pobreza y la desesperanza juvenil en México que pueda ocurrir por falta de un entorno familiar amoroso. La película muestra una realidad mexicana que a menudo se esconde.

La película de mayo de 2019 está protagonizada por Benny Emmanuel en el papel de Cagalera y Gabriel Carbajal como Moloteco. Son dos mejores amigos que se enfrentan a la pobreza, la cual los lleva por el camino equivocado al cometer crímenes.

Cagalera y Moloteco son dos adolescentes que viven en San Gregorio Atlapulco, una comunidad marginada en Xochimilco, Ciudad de México. Debido a la pobreza y la falta de oportunidades, sueñan con escapar de su entorno y mejorar su vida, así que intentan reunir dinero para comprar una plaza en el sindicato de electricistas.

Al principio, hacen actuaciones como payasos en los microbuses, pero como las personas no les dan dinero, los amenazan y comienzan a cometer robos y actos violentos. Su desesperación hace que se metan en situaciones peligrosas, hasta el punto de secuestrar a un niño.

La película retrata con crueldad la violencia familiar, el machismo, la corrupción y la desesperanza juvenil. A medida que los protagonistas se hunden más en el crimen, se enfrentan a las consecuencias de sus actos.

Chicuarotes incorpora situaciones de humor negro, que le da un toque unico y la hace mas interesante. La película también tiene ambientación urbana, un lenguaje directo, y una atmósfera sombría, lo que la hace auténtica. El enfoque en la pobreza extrema, la violencia y las malas decisiones de los personajes puede resultar incómodo o perturbador para algunos espectadores, ya que es una película difícil de ver.

Cuando vi la película por primera vez, me dejó una sensación tan rara de tristeza e impotencia. Saber que muchos jóvenes en México pasan por esas situaciones es muy triste; ningún adolescente debería de pensar que el crimen es la salida de la pobreza.

Esta es una obra valiente que busca incomodar y provocar reflexión. No pretende ser cómoda, sino mostrar una realidad que muchos prefieren ignorar. Chicuarotes no ofrece soluciones, solo una sociedad que abandona a sus jóvenes.

JÓVENES SIN ESPERANZA

En México hay mucha falta de oportunidades, de educación y empleo en zonas marginadas, lo cual contribuye a que los jóvenes se involucren en el crimen. En algunos barrios la violencia se ha vuelto parte del dia a dia, y los jovenes lo adoptan como mecanismo de supervivencia o respeto; esto ha provocado que en seis años, mas de 480 mil niños, niñas, adolescentes y jóvenes han sido víctimas de la violencia en el país, ya sea como víctimas de asesinato y de otras agresiones, o como posibles responsables de delitos vinculados al crimen organizado.

Muchas veces la violencia familiar, el abandono o la ausencia de figuras parentales influyen en la conducta delictiva. Aunque esto no se muestra en la película Chicuarotes, muchos jóvenes son reclutados por el crimen organizado desde edades tempranas. Hay jóvenes que son reclutados por la fuerza y otros lo hacen por decisión propia ya que tienen necesidades económicas.

El estado de México ha fracasado en programas como “Jóvenes Construyendo el Futuro,” con el eslogan de “Becarios Sí, Sicarios No.” No han logrado el objetivo de proteger a la niñez y a la juventud de la violencia. Según el INEGI, en los tres primeros años del programa se contabilizaron casi 40 mil jóvenes menores de 29 años asesinados en el país, y la cifra se ha mantenido por arriba de 12 mil casos al año. Esto significa un promedio de 33 asesinatos de jóvenes al día, algo más de uno cada hora.

Cada año aumenta la cifra de jóvenes asesinados por el crimen. Hasta el momento, nadie ha podido controlar esta situación.